EL TORTAZO
Cuando era
adolescente me preguntaba qué sería de mí vida, pensaba que lo tendría mal en
mi existencia.
Cuando
estaba en casa de mis padres, después de
haberme dado el brote, al volver de Iruña en donde me quedé colgado.
Después de
una odisea pude llegar a casa.
Al día
siguiente fui a ver a un psiquiatra del Clínico con él que no sintonicé y aconsejó a mis
padres que me llevaran a Pere Mata. Pero mis padres prefirieron que me quedase
en casa. Entonces, nosotros no sabíamos que había centros como el Hospital de Día
y me quedaba en la cama
durante años. Pero mi padre me obligaba
a estar activo
Lo pasaba
fatal, pero yo por entonces les hacía caso. Por la tarde salía con mi madre a
dar una vuelta y me atormentaba la idea
de mi futuro.
Poco a poco
fui poniéndome mejor con la medicación, por las tardes leía un libro de Folch i
Torres sobre Historia del Arte.
Con el tiempo,
como no gastaba pude ahorrar un poco y me compré un coche.
Recuerdo que
los miércoles salíamos al campo a ver algún monumento de interés. Fuera un
pueblo o un monasterio. En vacaciones íbamos al Pirineo a pasar unos días. Yo
me encontraba bien, pero elegí mal.
Tenía
pensado ir a Carcasona, tenía el hotel reservado y francos para el viaje. Pero
por la noche me encontré una amiga, cambié los francos por pesetas. Y me lo gasté
sistemáticamente en diversiones en Barcelona.
Iba por mal
camino
Si hubiera
ido a Carcasona quizá ahora estaría todo mejor.
Pero no fue
así, hasta que tuve otra recaída.
Tuve la suerte
de poder entrar en la Clínica Lluria en donde me recuperé rápidamente y de allí
me derivaron a una Residencia, fuera de
Barcelona, allí me lo pase bien. Solicité el traslado a la Residencia Roger de
Lluria.
Mis padres
cuando vieron que había encontrado un lugar adecuado para vivir, respiraron
tranquilos.
Yo también me
tranquilice, y hoy tengo una cierta calidad de vida.
Tengo que dar
las gracias a muchas personas. Gracias.
Albert Gallifa.
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